'Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad', otra tontería más

'Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad', otra tontería más

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'Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad', otra tontería más

Son muchos los personajes de cómic (tebeo o manga) que han dado el salto al cine en una o varias ocasiones. El último gran exponente seguramente sea la entretenida 'Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio' (The adventures of Tintin: Secret of the unicorn, Steven Spielberg, 2011), pero sospecho que hay muchas más malas películas en el bagaje hasta la fecha que aquellas que merecen la pena, en especial cuando están protagonizadas por personas de carne y hueso.De hecho, las tres adaptaciones anteriores en imagen real de 'Las aventuras de Astérix', el famoso cómic de Goscinny y Uderzo que éste último no tuvo problema en prostituir tras la muerte del primero, entraban, por un motivo u otro, dentro de la lista de producciones cuya existencia era mejor casi olvidar, y ya os adelanto que lo mismo sucede en el caso de 'Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad' (Astérix et Obélix: Au Service de Sa Majesté, Laurent Tirard, 2012).

Para aquellos interesados en saber cuáles son los cómics adaptados, señalar que la película adopta el argumento de 'Astérix en Bretaña' como gran hilo conductor, introduciendo de forma un poco tosca elementos de 'Astérix y los normandos' para intentar estirar su metraje hasta una duración más propia de una gran superproducción – ha costado más de 60 millones de euros, casi 20 menos que su predecesora-. Lo cierto es que dejando de lado la ridícula 'Astérix y Obélix contra César' (Astérix et Obélix contre César, Claude Zidi, 1999), todas las entregas han jugado la baza de una fidelidad más o menos marcada, pero con unos guiones tan endebles y repletos de absurdeces que eso se convertía en algo meramente anecdótico.

Asterix y Obelix

Eso se ha repetido en el caso que nos ocupa, donde Laurent Tirard, también director y ya conocedor del universo de Goscinny al haber dirigido con anterioridad 'El pequeño Nicolás' (Le petit Nicolas, 2009), y Grégoire Vigneron repiten los mismos errores que sus dos antecesores: Mantener una trama central muy similar al cómic, pero cargándose sus mejores momentos, ya sea dándoles un giro sin pies ni cabeza - ¿gags sobre orgías en una producción destinada al público infantil?- , por incapacidad de trasladar su genialidad – hay momentos casi calcados del original como los romanos catando el vino para encontrar la poción mágica- o simplemente eliminándolos. Además, se introducen multitud de subtramas que en la abrumadora mayoría de ocasiones – habrá un par de excepciones como- sólo provocan sentimientos de vergüenza ajena en el espectador.

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Como nota positiva me gustaría destacar la breve aparición de los piratas, cuyo patetismo característico sí está bien retratado, y los tímidos intentos por parte de Tirard para buscar un look visual que nos haga acordarnos de que estamos viendo una adaptación de un cómic – las reacciones a tomar la poción y otros trucajes visuales-, pero la farragosa narrativa, con multitud de parones y altibajos de interés – tal vez sería más justo llamarlo mediobajos, y quizá peque de generoso-, y los errores ya apuntados, por no mencionar lo chabacano y poco efectivo de su humor, acaban por engullir cualquier posibilidad de que salga algo decente de la película, algo particularmente molesto cuando ya se demostró que el cómic original dio de sí lo suficiente para sacar adelante una producción animada más que digna.

Astérix ligando

Gérard Depardieu siempre fue una buena elección como Obélix, demostrando aquí su capacidad para evitar que una subtrama horripilante – la de su romance- no se convierta en una absoluta catástrofe, pero aún estoy por ver un Astérix de carne y hueso a la altura de las circunstancias. Christian Clavier, que lo dio vida en 'Astérix y Obélix contra César' y 'Astérix y Obélix: Misión Cleopatra' (Asterix & Obelix: Mission Cleopatre, Alain Chabat, 2002), caía en demasiadas ocasiones en la astracanada, mientras que Clovis Cornillac, que lo sustituyó en 'Astérix en los juegos olímpicos' (Astérix aux jeux olympiques, Thomas Langmann y Frédéric Forestier, 2008) por el deseo de Clavier de trabajar en producciones más serias, ofrecía una actuación olvidable, siendo incapaz de equilibrar la actitud más seria de su personaje con su innata capacidad para la aventura. Eso mismo le pasa a Edouard Baer en el caso que nos ocupa, consiguiendo también provocar una curiosa paradoja en la continuidad de la franquicia, ya que ya tuvo un papel en la segunda entrega.

Sobre el resto de actores, he de pararme un segundo en Danny Boon, una gran estrella en Francia que a punto estuvo de sustituir a Depardieu como Obélix, por lo insoportable de su personaje, y la anecdótica – por calidad, ya que sí tiene no pocas apariciones- presencia de Catherine Deneuve como la reina de Inglaterra. De los demás, entre en los que encontramos hasta una breve aparición de Javivi como sádico torturador, lo cierto es que ya me había olvidado completamente (o he preferido hacerlo como en el bochornoso caso del Julio César interpretado por Fabrice Luchini) al de menos de una hora de acabar la película y creo que eso ya dice lo suficiente sobre ellos.

Los protagonistas de

En definitiva, 'Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad' tiene unos cuantos elementos que dejan ver al espectador la posibilidad de ofrecer un (casi) digno entretenimiento al espectador y una adaptación más o menos correcta del cómic – hasta hay algún cambio que funciona relativamente bien- durante cerca de la mitad del metraje, pero durante la otra mitad se convierte en un espectáculo lamentable en el que uno no puede evitar llevarse las manos a la cabeza ante la tomadura de pelo que tiene ante sí, llegando a alcanzar en varios momentos límites de querer abandonar la sala antes de que la película concluya, algo a lo que tampoco ayudó la nula calidad del 3D utilizado. Con todo, posiblemente sea la segunda mejor adaptación en imagen real de estos personajes – aunque también la menos propia para el público infantil-, lo cual no dice nada bueno de sus predecesoras.

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