Críticas a la carta | 'Halloween 2', de Rob Zombie

Críticas a la carta | 'Halloween 2', de Rob Zombie
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Los fans del slasher y de Michael Myers se frotaron las manos cuando Rob Zombie se puso manos a la obra para continuar haciendo su particular remake de la saga de ‘Halloween’. En la primera ‘Halloween’ (2007) había dejado un cierto sinsabor, aunque más bien, falta de personalidad al calificarse su obra como demasiado similar al original. Con ‘Halloween II’ (2009), el director quería resarcirse y contar con más libertad creativa y personal para revivir al mítico psicópata de Myers.

Con todo, el arranque del film no parece evidenciar este intento de alejamiento para llevarse el film y al personaje al terreno más creativo y original que se esperaba de su director. Más bien todo lo contrario. En los primeros veinte minutos asistimos casi a un argumento calcado a la secuela dirigida por Rick Rosenthal en 1981. Aquí Rob Zombie solo busca introducirnos de nuevo en la historia. A golpe de cuchillo. Y lo consigue de forma brillante.

‘Halloween 2’: un arranque contundente…

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De hecho, el arranque de esta segunda parte es lo mejor de todo el film. A pesar de que no nos sorprende por apegarse tanto al argumento original, sí que logra un dirección contundente. Sobria, sin fisuras, sangrienta y, dejando bien claro, que no iba a conceder ni un ápice de respiración relajada mientras la sombra del gigante de Myers estuviera tan presente. Porque incluso cuando queda desplazado en algunas escenas, su presencia latente resulta tan amenazante como fascinante.

En este punto Rob Zombie consigue devolver a un asesino en serie tan venerado en el género un lugar prominente. Las primeras escenas en la que desata su peculiar y calmada violencia desatada son de enorme fuerza visual. Sin concesiones y recreándose en la sangre, en la brutalidad y en el avance imparable del ímpetu de Myers, al que retrata perfectamente en sus apariciones. Buena puesta en escena, con algunos de los memores momentos del film.

Con una violencia visual sin tapujos, desquiciante, explícita como le gusta a su director. Y todo ello contando en este comienzo prometedor con correctas interpretaciones de los personajes, en especial el encarnado por Scout Tayler-Compton como la angustiada Laurie Strode, y que consigue hacer olvidar por momentos a Jamie Lee Curtis. Menos carácter, pero tanto o más creíble.

Su particular huida del infierno posee un montaje ágil, veloz, contundente como los golpes de Myers a sus víctimas. Deja sin respiración. Y todo invita a ser optimistas y reencontrar en Rob Zombie como el gran valuarte para otorgar nuevo esplendor a una saga ya manida, trillada y salvada por los gratos recuerdos que Carpenter nos dejara décadas atrás.

… que acaba desinflándose

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Sin embargo, no las tiene todas consigo Zombie y es, precisamente, cuando tiene que lograr mantener la tensión tras el impetuoso retorno cuando patina. El director pierde el pulso vibrante para dejarse llevar por una trama más apagada, sin chispa y del todo previsible. El segundo tercio del film se desploma. Ese montaje paralelo donde vemos, de un lado a Strode intentando reponerse y a Myers resucitando de sus cenizas y deambulando cual sombra por el campo en un dilatado regreso a Haddonfield, se desinfla. Previsible, aburrido, sin pulso. Y dejando entrever las costuras de un guión en el que su creador no logra sostener el ritmo.

Las pesadillas de Strode y los asesinatos de Myers se vuelven aburridos. Y no solo por repetición insulsa sino también porque Zombie se desata con escenas más creativas, pero carentes de originalidad. Donde ese doble juego entre realidad y ensoñación se vuelve insistente, pierde sutileza para convertirse en una evidente falta de recursos e imaginación. Aquí debería haber dejado su impronta y solo consigue rozar lo convencional, incluso lo ridículo.

Basta comprobar las apariciones del Dr. Loomis (Malcolm McDowell) que rozan lo cómico o la insistencia con la que nos quiere recordar ese sueño de Myers con angelical madre y el caballo blanco, que acaban tomando un protagonismo excesivo y perdiendo toda la sugerencia que debería acompañar para convertirse en una incómoda y repetida presencia que acaba entorpeciendo el avance de la historia en varias escenas.

Lamentablemente el desagisado hace llegar al tramo final sin muchas esperanzas de sorpresa. Y menos aún de tensión. El largo regreso de Myers y el desenlace ya no recuperan la brillantez inicial. Y muy al contrario demuestra que quizás Zombie dispuso de una gran oportunidad para reivindicarse pero que no supo aprovechar.

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