‘El editor de libros’, elegancia sin concreción ni alma

‘El editor de libros’, elegancia sin concreción ni alma

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‘El editor de libros’, elegancia sin concreción ni alma

La idea de un biopic literario se antoja necesaria y excitante en un panorama cultural en el que la lectura ya no tiene la categoría de entretenimiento y referente artístico del que gozó en el siglo XX. A través de los encuentros de Max Perkins (Colin Firth) y el novelista Thomas Wolfe (Jude Law) se plantea una oportunidad de oro para indagar en el proceso de colaboración ya casi desierto entre la figura del editor y el escritor.

Es en estos momentos en los que ‘El editor de libros’ ('Genius') se convierte en una película única, que no hemos visto antes, cuando la figura estricta, serena y contenida de Perkins se enfrenta y trata de domar a la fuerza creativa, la locura, el descontrol de Wolfe. La idea más aprovechable de sus más de 100 minutos de duración es que los procesos de pulido y recorte de grandes obras son una tesis sobre la necesidad de la síntesis en el arte.

Entre la elegancia y el cliché

Genius Cena

Sin embargo, al contrario de lo que su título en castellano sugiere, aunque la película use el punto de vista del estoico Perkins, una vez sus trabajos llegan al gran público, el retrato de Wolfe se amolda al cliché del auge y caída a través de su naufragio personal a causa de su friegas de narcisismo, alcohol y descontrol, tristemente asociadas a una enfermedad mental de la que nadie era consciente.

Perkins es un "falso protagonista": pasea y discute sobre el proceso creativo con otros de sus asociados, Ernest Hemingway (Dominic West) y F. Scott Fitzgerald (Guy Pearce), se muestra como tranquilo hombre de familia, en una subtrama marital estéril, que sirve de figura especular a la de Wolfe y en la que ** Laura Linney** vuelve a estar flagrantemente desaprovechada, exactamente igual que en ‘Sully’ (2016), como esposa/contrapunto de Firth.

Genius Nicole

No mucho mejor supone el papel de Nicole Kidman, la mujer de Wolfe, otra muestra del sufrido papel de acompañante del artista, la figura detrás del creador, la mujer al borde del ataque de nervios por soportar las inclemencias del proceso de la escritura, el eterno billete de cambio necesario para la aparición de obras maestras. El guión de Logan hace retruécanos para intentar darle un peso propio a su figura pero** acaba en el terreno manierista** de la biografía más manida.

Dramatización sin vida

Todo el aspecto de Wolfe como un personaje lleno de frenesí incontrolable, sugiere que debajo de ‘Genius’, probablemente, hubiera una figura interesante sobre la que edificar una historia, incluso la interpretación de Law acompaña. Su retrato del escritor desesperado es excelente y, aunque se la pueda acusar de histriónico, es el pilar que sostiene todo el verdadero interés de la historia.

Los aspectos de la producción no tienen mella, desde decorados, vestuario, iluminación y una fotografía desaturada, grandes planos panorámicos y ambientación son un ejemplo de elegancia y corrección formal. Los diálogos están bien escritos y ayudan a mantener la narración fluida, pero no libran al libreto de una falta de concreción que apela directamente a una grave carencia en la función que tanto se afana en defender.

Como un trabajo pendiente de edición, ‘Genius’ parece un pan a medio hornear, carente de un gancho emocional sólido, tan preocupado por la compostura que resulta árido y vago incluso cuando se adentra en lugares más oscuros de la personalidad de sus protagonistas. Un trabajo que no molesta pero al que le falta sangre y nos recuerda que, sin ser formalmente tan lograda, una película infravalorada como ‘Trumbo’(2015) mostraba que el cine sobre escritores necesita mucha más pasión.

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