'Las aventuras de Peabody y Sherman', diversión a raudales

'Las aventuras de Peabody y Sherman', diversión a raudales
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Bueno, esto sí que es inesperado. Quizás no tanto como lo que hace unas semanas compartía con vosotros acerca de 'La LEGO película' ('The LEGO Movie', Philip Lord, Chris Miller, Chris McKay, 2014), más que nada porque ya en su momento comenté que el animado trailer que precedía a esta nueva producción de la Dreamworks parecía anunciar un filme con muchísimas posibilidades, pero inesperado a fin de cuentas cuando las esperanzas que servidor guardaba para con estas 'Las aventuras de Peabody y Sherman' ('Mr.Peabody and Sherman', Rob Minkoff, 2014) no pasaban de considerarla un entretenimiento más.

Mucho me equivocaba pues cuando lo que pude disfrutar tanto o más que la "enana" de diez años que me acompañaba fue una producción que parece querer llamar la atención sobre algo que debería empezar a ser norma en las producciones animadas: el que las cintas de "dibujitos" se preocupen en igual medida de aludir tanto a los infantes que sin duda van a poblar las salas con un filme que combine humor y acción a manos llenas, como en atender a los adultos que los acompañen, estableciendo un diálogo a través de referencias y chistes que sólo ellos puedan llegar a aprehender.

En esa tónica se movía la citada cinta protagonizada por los muñecos LEGO y también lo hace el presente filme, una propuesta de endiablado ritmo, animación espléndida, enérgica dirección y un guión que, entre otras cosas, y dada la premisa que le sirve de hilo conductor, se posiciona como hábil vehículo educativo que intenta ir más allá de las típicas moralinas asociadas a la películas animadas, sirviendo como introducción a los más peques de versiones bastante aceptables —e hilarantes, por supuesto— de hechos históricos tan significativos como la Revolución Francesa o la Guerra de Troya.

El humor con inteligencia de 'Las aventuras de Peabody y Sherman'

Peabody y Sherman 1

Todo ello se consigue, obviamente, a través de una trama que hace un uso bastante inteligente y plausible de los desplazamientos espacio-temporales evitando caer —o al menos esa percepción se lleva el espectador sin entrar a analizar a fondo la cinta— en las típicas incongruencias a las que terminan rindiendo pleitesía, sí o sí, las cintas de viajes en el tiempo. Tal hecho habla, y habla muy bien, del guión de Ted Key y Craig Wright, como también lo hacen esa infinidad de referencias que el filme recoge sobre la historia universal, la estadounidense y la cultura popular yanqui, por supuesto.

En estos últimos sentidos, 'Las aventuras de Peabody y Sherman' son un deleite constante para el espectador atento que sepa ver aquella foto en la que aparece Kennedy, el flashback que comienza con la tienda de bicicletas de los hermanos Wright o, ya en el terreno más humorístico y ácido, los espectaculares "cameos" de un Espartaco con un sospechoso hoyuelo en la barbilla o un Bill Clinton que espeta una frase capaz de arrancar una sonora carcajada del público adulto asistente a la función —tan capaz como que la arrancó de servidor— o las incontables bromas que ocultan los diálogos de principio a fin.

Si a esta faceta del libreto añadimos la componente más orientada a los chavales, que se hace fuerte en el sempiterno mensaje de "aceptación de uno mismo y respeto a la diversidad", y completamos la jugada con una animadísima partitura de Danny Elfman —que parece que cada vez que incursiona en la animación recupera las energías del pasado— y una ingeniosa e irrefrenable realización por parte de Rob Minkoff, es de recibo pensar que, como ya dije en su momento, si Dreamworks maneja bien sus cartas, volvamos a encontrarnos en la gran pantalla, y en un futuro no muy lejano, con ese perro genial que es Peabody y su entrañable hijo Sherman. Esperemos que así sea.

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