'X-Men: Primera generación', refrescante aventura

'X-Men: Primera generación', refrescante aventura
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“Digamos que soy el monstruo de Frankenstein. Y estoy buscando a mi creador…”

Erik Lehnsherr (Michael Fassbender)

Los mutantes han vuelto a los cines dos años después de ofrecer su peor cara, y lo hacen con la lección aprendida, dispuestos a entusiasmar y despertar el deseo de más secuelas. Con una interesante historia ideada por Bryan Singer, que ha ejercito labores de producción ejecutiva, una inspirada dirección de Matthew Vaughn y un elenco difícilmente superable liderado por un carismático Michael Fassbender, ‘X-Men: Primera generación’ (‘X-Men: First Class’, 2011) consigue hacer olvidar la torpe ‘X-Men 3: La decisión final’ (‘X-Men: The Last Stand’, 2006) y la lamentable ‘X-Men orígenes: Lobezno’ (‘X-Men Origins: Wolverine’, 2009) para recuperar el nivel de las estupendas ‘X-Men’ (2000) y ‘X-Men 2’ (‘X2’, 2003), ejemplares películas centradas en superhéroes, cine como gran espectáculo, donde el elevado presupuesto debe servir para poder plasmar en la pantalla ideas, escenarios, secuencias, historias y personajes, que de otra manera no serían posibles. Esto es, una apuesta por la imaginación y la aventura, por una asombrosa puesta en escena y una intensa historia con protagonistas creíbles, nunca plantearlo de manera que tengan prioridad los efectos visuales, el lucimiento físico de las estrellas o el mechandising.

Y sin embargo, esto que parece tan sencillo, que ha dado excelentes resultados, sigue siendo la excepción. Por desgracia, hay mucho incompetente al mando de blockbusters, gente que se arrodilla, que no discute y que no da problemas a los que ponen el dinero, limitándose a entregar a tiempo los churros que les fueron encargados; esto va unido a la creencia de que el público al que van destinados esos productos son muy poco exigentes, les vale con el reciclaje de fórmulas y una serie de secuencias repletas de explosiones, siendo irrelevante la labor de los actores o el director. Y me temo que hay algo de razón ahí. Porque si echáis un vistazo a la taquilla, comprobaréis que las buenas críticas (no solo profesionales, también populares) no han ayudado demasiado a la nueva entrega de los X-Men, mientras que títulos como ‘Thor’ (2011), ‘Fast & Furious 5’ (‘Fast Five’, 2011) o ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’ (‘Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides’, 2011) pueden presumir de éxito económico. Hay quien dice que a ‘X-Men: Primera generación’ le falta alguna superestrella o el 3D. Pero esto no es ‘Piratas del Caribe’. Y hay que celebrarlo.

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“Soy mutante. Y a mucha honra”.

Raven/Mística (Jennifer Lawrence)

Concebida como una mezcla entre precuela y reinicio (a lo ‘Batman Begins’, creando un nuevo escenario que permita desarrollar más entregas), ‘X-Men: Primera generación’ comienza igual que ‘X-Men’, presentándonos el origen de, posiblemente, el personaje más fascinante del universo mutante. En un campo de concentración nazi, Erik Lehnsherr, un niño judío que es separado de sus padres, puede doblar y retorcer las puertas metálicas sin tocarlas; este hecho no pasa desapercibido para un enigmático oficial sin escrúpulos que buscará despertar todo el potencial de Erik. En una situación totalmente diferente, Charles Xavier, un chico de una familia adinerada, descubre que no es el único “bicho raro” del planeta, haciéndose cargo de una hambrienta niña azulada, Raven. La acción salta entonces a los años 60, donde se va a quedar durante el resto de la película, cuyo guion (de Vaughn, Jane Goldman, Ashley Miller, Jamie Moss y Zack Stentz, a partir de un argumento de Sheldon Turner y Singer) va a situar a los extraordinarios mutantes en plena guerra fría, jugando a integrarlos en nuestra historia, como se hacía en ‘Watchmen’ (2009). Erik emprende una cacería de nazis, que en algún momento recuerda a ‘Malditos bastardos’ (‘Inglourious Basterds’, 2009), hasta que se cruza con Charles, y colaboran para frenar los planes de Sebastian Shaw, un villano que (salvo por sus poderes) parece sacado de la saga James Bond.

Quizá el mayor problema de ‘X-Men: Primera generación’ es que intenta abarcar demasiado, más de lo que puede, y más de lo que debe. Alguno verán ambición, yo veo torpeza. Son unos 130 minutos repletos de personajes, escenarios y situaciones, prácticamente sin descanso. Llega a resultar ridículo, hay secuencias que duran uno o dos minutos, lo justo para que un personaje muestre alguna habilidad o diga algo (ejemplo: plano de la televisión, plano del malo, “Dominaré el mundo”, brindis, y adiós). Se ha realizado una encomiable labor de síntesis, y por fortuna tanto el director como los actores están tan involucrados en lo que están contando que apenas se perciben los bajones de ritmo y las incoherencias del guion (o los errores de continuidad con las películas que, en teoría, suceden después que ésta), pero se echa en falta algo de calma, vivir la ficción propuesta, dejarse llevar, y no que te lleven con tantas prisas. Que se pueda asimilar lo que está ocurriendo, quién es quién y por qué actúan así. Pero imagino que no conviene que el espectador pueda pensar demasiado en lo que está viendo (los poderes de los mutantes se magnifican o disminuyen en función de lo que conviene a los guionistas en cada momento).

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“He estado a merced de hombres que solo cumplían órdenes. Nunca más.”

Erik (Fassbender)

Pero recalco algo: quieres ver más, quieres saber más. No es común hoy en día desear esto viendo una cara película de acción (debidamente maquillada para darle un aire más serio y profundo) que dura más de dos horas. Y creo que, ante todo, esto se debe a los profesionales que he citado en el primer párrafo. Se dirá que la contribución de Bryan Singer es mínima, pero conviene tener en cuenta en qué películas ha estado implicado y en cuáles no. Y tampoco es casualidad que se recupere (como bien apuntan en AmbienteG) la alegoría de la homosexualidad, tan evidente en las dos primeras entregas; podría irse más allá y sugerirse una relación más estrecha que la amistad entre Xavier y Erik, pero por si acaso los dos besan a mujeres en ‘X-Men: Primera generación’ (realmente no significa nada, pero los homófobos se quedan más tranquilos). Asimismo, hay que destacar el acierto de colocar a Matthew Vaughn al frente del proyecto, un realizador que ha sabido aportar a la película agilidad, contundencia (no se corta un pelo con algunas muertes) y un sano espíritu gamberro.

En lo que falla el británico, y ya quedaba de manifiesto en sus anteriores trabajos (incluyendo su sobrevalorada ‘Kick-Ass’, 2010), es en las secuencias de acción. Ahí pierde ‘X-Men: Primera generación’ en comparación con las de Singer, muy hábil sacando el máximo rendimiento a los recursos disponibles. Vaughn tiene a Azazel, un personaje idéntico a Rondador Nocturno, pero no es capaz de filmar algo tan espectacular como el arranque de ‘X-Men 2’; del mismo modo, se muestra algo torpe enfrentando a los mutantes en la secuencia del clímax, dando la impresión de que hay varios que están parados demasiado tiempo, o que sobran (Angel y Banshee protagonizan una vergonzosa persecución). Por fortuna, el reparto de ‘X-Men: Primera generación’ es capaz de aportar la naturalidad, la humanidad y la presencia que tanto necesita un producto de estas características; Fassbender, James McAvoy, Kevin Bacon, January Jones, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Zoë Kravitz y Caleb Landry Jones, entre otros, se divierten y divierten con sus personajes, siendo una lástima que no haya más tiempo para disfrutarlos. En definitiva, un irregular y aparatoso pero también delicioso y potente entretenimiento que renueva el interés por una franquicia que parecía acabada.

3,5

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