Los prejuicios y el cine

Los prejuicios y el cine
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Hay ocasiones en las que surgen comentarios en algunos de los textos que escribo sobre los que me gustaría expandirme a gusto en la réplica, pero las limitaciones de tiempo suelen acabar invitándome a dejarlo de lado. No obstante, esta ocasión sí ha surgido un comentario a mi crítica de ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros‘ (Abraham Lincoln: Vampire Hunter, Timur Bekmambetov, 2012) sobre el que me gustaría expresar lo que creo que es una verdad irrefutable que algunos se niegan a aceptar porque podría ser visto como un síntoma de debilidad o, peor aún, falta de autoridad en tus valoraciones.

Sospecho que a más de uno le habrá sorprendido que utilice una imagen de Nicolas Cage para encabezar el post (y no será la única que utilice), pero creo que es un ejemplo perfecto para ilustrar la imposibilidad que hay hoy en día de enfrentarse a una película sin el más mínimo prejuicio. El motivo de la elección de Nicolas Cage es que no se me ocurre ni un sólo actor popular en la actualidad (seguro que ahora sale alguien diciendo que el protagonista de ‘En Tiempo de Brujas’ (Season of the Witch, Dominic Sena, 2011) ya no es lo que era) que despierte sentimientos tan enfrentados en la gente: O te gusta mucho o lo odias con pasión. Habrá casos intermedios, pero la abrumadora mayoría de opiniones que conozco sobre él son de alguno de esos dos extremos.

Nicolas Cage en

Esa sensación de amor/odio hacia alguien delimita sin duda tus ganas de querer ver alguna película suya. Yo no tengo en problema en calificarme como fan suyo, algo que me ha servido, entre otras cosas, para tragarme infinidad de porquerías (caso similar me sucede con Bruce Willis) y reírme lo suyo de las pelucas que utiliza para disimular su alarmante calvicie. Sin embargo, es ver su nombre unido a un proyecto y sentir inmediato interés hacia el mismo. Aquí podéis sustituir su nombre por el de vuestro director favorito contemporáneo (seguro que sale mucho el nombre de Christopher Nolan), ese (o esa) intérprete que os encanta o cualquier factor que os resulte determinante a la hora de sentir unas ganas de ver todo lo que hagan muy superiores a las de los demás.

Lo anterior es algo perfectamente comprensible, ¿pero realmente hay alguna garantía adicional de que va a merecer la pena sólo con su presencia o es un prejuicio creado a partir de una idea preconcebida que a menudo puede demostrarse falsa? Yo aún recuerdo horrorizado el haber visto ‘Ghost Rider: Espíritu de Venganza‘ y acabar horrorizado. Aquí se podría argumentar que hay ciertos directores de los que nos puede haber gustado todo lo que hayan hecho hasta la fecha, pero es muy fina la línea que separa la confianza en alguien y, algo muy leído en el caso de cintas como ‘El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace‘ (The Dark Knight Rises, Christopher Nolan, 2012), comentarios como saber que algo te va a gustar sólo a partir de tráilers o por estar hecha por quien está hecha la película.

Nicolas Cage en

El problema añadido es que eso también se traslada cuando un director nos parece un negado o un actor poco menos que nos provoca un cáncer por verle en pantalla. Es aquí donde no pocos reaccionan con escepticismo supremo cuando alguien les recomienda una película protagonizada por un actor que detestan, siendo mi caso personal el de Nicolas Cage y la excepcional ‘Adaptation (El Ladrón de Orquídeas)‘ (Spike Jonze, 2002). Puedes usar todos los argumentos que quieras, pero lo más habitual es despreciar la recomendación o postergarla lo máximo posible. Total, es imposible que ese negado haga algo que merezca la pena, ¿no?

La cuestión es que eso no es algo políticamente correcto y, supuestamente, uno debería enfrentarse a todas las películas abstrayéndose completamente del bagaje previo. La sobredosis de información que afecta al cine en la actualidad tampoco a ayuda a no crear hype, una mero prejuicio subjetivo sobre lo que debería ofrecerte una película contando normalmente sólo con lo que han hecho antes los implicados, algunas fotos y varios tráilers como elementos para delimitarlo. ¿Hay algún cinéfilo que no lo haga o, en otros casos, que no eche pestes del cine actual en comparación con lo que se hacía antes? Felicidades por vivir en una cueva o tenga memoria (extraordinariamente) selectiva al que lo consiga, pero más de uno que adopta esa pose miente como un condenado. ¿Realmente quieren que me crea que lo normal es que no se tengan más ganas de ver una película que otra?

Es cierto que todo esta reflexión parte del simple hecho de considerar normal que una película con el argumento de ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’ tendría que ser una ‘simpática mamarrachada‘, pero, sin haber leído la novela en la que se basa, la idea de ver un drama histórico con un presidente real de los Estados Unidos cazando vampiros en sus ratos libres no podría resultarme más absurda. ¿Es justo pensar así? Seguramente no, pero los prejuicios están ya tan arraigados en el mundo del cine que querer negarlos es una tomadura de pelo aún mayor que la propia película a la que criticaba por, entre otras cosas, ser diferente a lo que su propia naturaleza (casi) imponía.

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